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El periodismo no debe promover la violencia hacia las mujeres ni defender a los abusadores

Durante los últimos días se difundió por medios de comunicación y en redes sociales el caso de Baltazar Berdugo, ex presentador de un programa matutino en canal 21, quien fue denunciado por actos de violencia por su esposa, una coach motivacional de una iglesia evangélica. Lo que nos motiva a escribir este artículo es la lamentable publicación de una entrevista en exclusiva por parte de la empresa Grupo Megavisión, que transmitió por medio del canal 21 declaraciones en donde se busca justificar la agresión realizada por Berdugo, lo que sería un grave mensaje de aceptación de la violencia contra la mujer y un indicio de impunidad adelantada. 

Ante esto, vale la pena preguntarse ¿es correcto que un medio de comunicación utilice a una mujer periodista para que entreviste a una mujer víctima de violencia y que a la par se encuentre el victimario? 

Una de las reglas básicas del periodismo serio es el contraste de fuentes y el respeto del principio de inocencia establecido en la Constitución; pero lo visto en esa nota no se apega al rigor periodístico.  

¿Es ético que un medio de comunicación transmita en un noticiero en emisión prime time las declaraciones de un abusador en las que no se disculpa por lo que hizo, sino que se preocupa más por la imagen ante sus seguidores luego que se enteraron de ser un violentador?

La respuesta parece obvia, pero lamentablemente se prefirió el morbo, el linchamiento público hacia la víctima, minimizar las acciones del agresor y seguir reforzando los patrones de violencia al naturalizar expresiones como «lucha hasta donde tú puedas luchar, porque tú tienes el límite»,»una como mujer sabe cuáles son las deficiencias que una comete», «estoy comprometida con mi matrimonio» o «no voy a salir corriendo al primer problema». 

Muchas de esas frases fueron utilizadas por otras mujeres en sus círculos de violencia, que en algunos casos han terminado en la lista de feminicidios que en El Salvador, según datos del Ministerio de Justicia y Seguridad Pública del 2019, llegó a  230 feminicidios.

El periodismo no puede naturalizar la violencia basada género, por el contrario, debe visibilizar las causas estructurales de la violencia, corregir el lenguaje sexista en las notas informativas, cuidar las imágenes del morbo, no revictimizar y mucho menos abrir espacio para justificar al victimario. No ejercer un periodismo responsable tiene implicaciones graves para la sociedad, pues quienes nos leen, ven o escuchan toman como referencia lo que informamos. 

Y es que los principios básicos del periodismo son informar, orientar y educar; los cuales no deben prestarse a agravar las causas de la desigualdad y la violencia basada en género, que tanto daño han hecho y siguen haciendo en la población femenina, que es más del 50% de habitantes en el país.

Las líneas editoriales de las empresas mediáticas, que muchas veces se imponen al trabajo del periodista, deben de apegarse a estos principios si en verdad quieren ser parte de las transformaciones positivas que requiere nuestra sociedad.

Según Gumersindo Lafuente en una publicación sobre Consideraciones éticas para la cobertura de temas sobre violencia de género señala “hay que dar voz a las mujeres, a los expertos, evitar el morbo. Dar información de servicio que permita a las mujeres anticiparse y denunciar. Y nunca tratar con benevolencia a los agresores. Y no dar estas informaciones como si fueran meros sucesos”. 

El artículo 27 del Código de Ética para Periodistas, elaborado por APES, establece que las y los profesionales de la información «No deben promover la violencia simbólica contra las mujeres y niñas en los trabajos periodísticos y evitar el uso de imágenes, lenguaje violento o contenido morboso».

Una forma para cambiar estos patrones parte porque las salas de edición estén conformadas por hombres y mujeres con sensibilización, con un verdadero servicio de vocación por un periodismo ético y responsable.  Hay que dejar de reforzar los estereotipos de género en los discursos, en las imágenes, dejar de naturalizar que la violencia hacia las mujeres es un problema doméstico y que no es un problema social. Es urgente que los medios de comunicación, principalmente en los espacios informativos, tengan una agenda permanente para visibilizar este problema, no sólo el día internacional de la mujer (8 de marzo) o el día internacional contra la violencia hacia las mujeres (25 de noviembre).

En APES iniciamos la construcción de una Política Institucional de Género que tiene como objetivo erradicar la violencia hacia las mujeres al interior de la asociación y, a la vez, presentar un documento que puede ser utilizado por los medios de comunicación responsables que estén interesados en proteger los derechos de las mujeres periodistas y promover contenidos informativos libres de sexismo y contenido que vulnere a las mujeres.

La sociedad salvadoreña se merece que los medios de comunicación y en especial las y los periodistas dignifiquemos nuestra labor con interpretar la realidad desde un enfoque ético y profesional, eso implica orientar, educar y fomentar cambios para que una sociedad mejore sus relaciones.

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